Lenin Antonio Arauz Muñoz, un joven productor de café de 25 años, vive en la comunidad de Aguas Rojas, en el municipio de Wiwilí. Desde muy joven ha trabajado en la caficultura y se describe como una persona responsable y honesta. Su finca, llamada “El Hotelito,” cuenta con 2 manzanas en producción de café, de las cuales obtiene una producción aproximada de 50 quintales.

Como muchos productores de la zona, Lenin considera que el cambio climático es uno de los principales desafíos para su trabajo, afectando la estabilidad y rendimiento de sus cultivos. Sin embargo, a través del apoyo técnico y financiero de PACSA, ha logrado implementar prácticas que han mejorado la productividad de su finca. Lenin valora especialmente la formación técnica que ha recibido que le ha permitido apoyar a otros productores en su comunidad.

Emilio González Vallejos, un hombre de 46 años, con una energía vibrante y un espíritu resiliente, se levanta todas las mañanas con un propósito claro en mente: mejorar su finca de cacao en la comunidad de El Cedro, en el municipio de El Cúa, Jinotega. Casado y padre de tres hijos, Emilio siente la responsabilidad de proveer para su familia y asegurar un futuro próspero para ellos.

En su parcela de 1.5 manzanas, que cariñosamente llama “El Regalo de Dios”, Emilio se dedica con pasión al cultivo del cacao. Con el apoyo técnico de PACSA, ha aprendido a manejar su finca de manera eficiente, implementando técnicas modernas para aumentar la productividad y la calidad de su cosecha. Las capacitaciones en manejo de cultivos, cosecha y postcosecha, así como en poda y control de plagas y enfermedades, han sido fundamentales para su desarrollo como agricultor.

Pero Emilio no es solo un productor de cacao; también es un guardián del medio ambiente. Consciente de la importancia de la reforestación y la conservación del agua, ha dedicado tiempo y esfuerzo a cuidar su tierra y preservar los recursos naturales que la rodean.

Además de su labor en la finca, Emilio es un miembro activo de la comunidad, participando en la iglesia local y colaborando en actividades comunitarias. Su fe y su convicción en el trabajo duro y la fuerza del pueblo nicaragüense lo inspiran a seguir adelante, superando cualquier obstáculo que se interponga en su camino.

Para Emilio, el sueño de mejorar su cultivo de cacao no es solo un objetivo personal, sino también un compromiso con su familia, su comunidad y su país. Cada día, se levanta con la determinación de hacer realidad ese sueño, sabiendo que su trabajo no solo beneficia su propio hogar, sino también a aquellos que lo rodean.

En la tranquila comunidad de El Cedro, en el municipio del Cuá, Jinotega, reside Héctor Giovani Pérez Hernández, un joven de 28 años cuya pasión por el cultivo del cacao es palpable en cada rincón de su finca “San Miguel”. Soltero y dedicado por completo a su labor, Héctor se levanta cada día con el firme propósito de cuidar y hacer prosperar sus tierras.

Con un área de producción de cacao de 2 manzanas, Héctor ha logrado obtener una cosecha anual de aproximadamente 25 quintales en baba, gracias a su arduo trabajo y dedicación. Certificado bajo el sello de Rainforest Alliance y en estrecha colaboración con PACSA desde el año 2017, ha participado activamente en capacitaciones para mejorar sus técnicas de cultivo, lo que se refleja en una mayor productividad y calidad en sus cosechas.

Héctor es un verdadero guardián del medio ambiente, aplicando las enseñanzas aprendidas para proteger la salud de sus tierras y de quienes la habitan. En su finca, evita el uso de agroquímicos tóxicos y promueve la reforestación, manteniendo el equilibrio natural del ecosistema y asegurando un entorno saludable para las generaciones futuras.

Con determinación y perseverancia, Héctor trabaja incansablemente para mejorar su calidad de vida y expandir su área de cultivo de cacao. Cada día es una oportunidad para crecer, aprender y contribuir al bienestar de su comunidad y del medio ambiente que tanto ama.

Víctor Noel Salgado Centeno, un productor de 56 años y padre de cuatro hijos, vive en la comunidad Flor de Caña, en el municipio de Wiwilí, Jinotega. Toda su vida ha estado dedicada al cultivo del cacao, siguiendo el legado de sus padres.

 Víctor trabaja una pequeña parcela de 1.25 manzanas. Con el apoyo de PACSA, ha mejorado significativamente el manejo agronómico de su finca. Ha recibido capacitaciones en poda, manejo de plagas y enfermedades, así como en técnicas de cosecha y postcosecha de los cacaotales, entre otros temas.

 Víctor sueña con potenciar la producción de su finca, elevando tanto el rendimiento como la calidad de su cacao. Día tras día, se esfuerza por aplicar los conocimientos adquiridos y mejorar continuamente su parcela, con la esperanza de asegurar un futuro próspero para él y su familia

Fermín Rugama Cornejo, un pequeño productor de 66 años, vive en la comunidad Flor de Caña, en el municipio de Wiwilí, Jinotega. Padre de cuatro hijos, ha pasado toda su vida en el campo y se siente feliz porque tiene de todo en su finca, llamada “Castañuela”.

En su parcela de cacao de 2.5 manzanas, Fermín trabaja con dedicación para desarrollarla. Con la asistencia técnica de PACSA y el asesoramiento en el manejo de su cultivo, Fermín aspira a alcanzar una producción anual de 180 quintales de cacao baba. Se esfuerza diariamente para mejorar la calidad y productividad de sus cacaotales, buscando siempre la manera de ampliar y optimizar sus áreas de cultivo.

Fermín está comprometido a vivir una vida saludable, asegurando su bienestar físico y mental para enfrentar cada día con energía y vitalidad. Trabaja arduamente, día tras día, impulsando la producción en su finca y asegurando un futuro próspero para él y su familia.

Teodora Diaz Hoyes, de 74 años, madre de 10 hijos, vive en la comunidad Flor de Caña, en el municipio de Wiwilí, Jinotega. Desde pequeña, aprendió a cultivar cacao de su familia, quienes le enseñaron a amar la tierra que produce el alimento y trabajo necesarios para sobrevivir.

Es una pequeña productora de cacao con 5 manzanas en producción. Gracias al apoyo y capacitación de los técnicos de PACSA, ha mejorado su manejo agronómico de los cacaotales, lo que le ha permitido aumentar la productividad y calidad de su cultivo. Actualmente, su finca “La Altura” produce aproximadamente 18 quintales de cacao baba por manzana.

Además del cacao, Teodora también siembra café, banano y granos básicos en su finca, asegurando así el sustento de su familia. Ella está comprometida con la protección del medio ambiente: evita la tala de árboles, las quemas y maneja adecuadamente sus desechos sólidos. Teodora enfatiza la importancia de cuidar las fuentes de agua, ya que las considera esenciales para la vida.

El sueño de Teodora es continuar cultivando cacao con dedicación y pasión, mientras trabaja arduamente para mantener el bienestar de su hogar. Ella desea preservar y transmitir la tradición de la producción de cacao a las futuras generaciones.

Miguel Ángel Dávila, un destacado productor de cacao de la comunidad Flor de Caña, está inmerso en la iniciativa cacaotera promovida por PACSA desde el año 2008. Cuando se unió a esta colaboración, Miguel Ángel gestionaba apenas 0,5 hectáreas de tierra; hoy en día, su finca se ha expandido a 2,5 hectáreas. Durante este emocionante viaje, no solo ha ampliado su área de cultivo, sino que también ha logrado mejorar notablemente su productividad, elevando su rendimiento de 12 a 18 quintales de cacao seco por hectárea.

Este apasionado agricultor ha recibido capacitación de jóvenes emprendedores asociados con PACSA, quienes le han instruido en la implementación de prácticas agrícolas innovadoras que optimizan la gestión de su plantación. Desde la regulación de la sombra hasta la aplicación de fertilizantes orgánicos, Miguel Ángel ha adoptado métodos que maximizan la salud y el rendimiento de sus cultivos.

Además del conocimiento técnico adquirido, Miguel Ángel se enorgullece de haber obtenido las certificaciones ofrecidas por PACSA para el cacao, incluyendo la prestigiosa Rainforest Alliance. Estas certificaciones no solo validan su compromiso con prácticas sostenibles, sino que también respaldan la calidad excepcional de su producto. De hecho, el cacao que comercializa alcanza un impresionante 94% de calidad A y un 6% de calidad C, reflejando el meticuloso cuidado y la destreza con la que gestiona su producción.

Esteban Antonio Espinoza Centeno, un productor de cacao de 81 años. Vive En la comunidad de Flor de Caña, en el municipio de Wiwili, Jinotega. Desde muy joven, Esteban ha dedicado su vida al trabajo en el campo, centrando sus esfuerzos en el cultivo del cacao.

En su parcela de 1.50 manzanas, Esteban logra un rendimiento de 20 quintales de cacao en baba. A pesar de su vasta experiencia, Esteban sigue con el deseo de aprender y mejorar continuamente en el manejo de su cultivo, agradeciendo el apoyo técnico y financiero de PACSA, que ha sido crucial para llevar a los productores de cacao de la zona a un nuevo nivel.

La mayor aspiración de Esteban como productor es elevar tanto la calidad como la producción de sus árboles de cacao en su finca. Trabaja incansablemente para perfeccionar cada aspecto de su cultivo, desde el cuidado del suelo hasta las técnicas de cosecha.

Santos Hilario Martínez López, un experimentado productor de cacao de 69 años y padre de 8 hijos. Vive en la pintoresca comunidad de Santa Ivania, en el municipio de Wiwili, Jinotega. Santos ha heredado su pasión por cultivar la tierra de sus padres, quienes le inculcaron valores de responsabilidad y cuidado del medio ambiente desde temprana edad.

A pesar de ser un pequeño productor, Santos está decidido a mejorar la calidad y productividad de su parcela de 1.5 manzanas de cacao con el apoyo técnico de PACSA. Participa activamente en capacitaciones sobre el manejo de sus plantaciones, donde adquiere conocimientos sobre temas como el beneficiado del cacao, la administración de fincas y el manejo integrado de plagas y enfermedades.

El sueño de Santos es seguir aumentando la producción de su plantación, no solo como una fuente de sustento para su familia, sino también como una búsqueda constante de mejorar la calidad de su producto. Con su dedicación y el apoyo de PACSA, Santos está decidido a alcanzar nuevas metas en la producción de cacao, contribuyendo así al desarrollo sostenible de su comunidad y al bienestar de su familia.

Francisca Hoyes Tinoco, una mujer de 63 años, casada y madre de 9 hijos. Vive en la comunidad de Santa Ivania, en el municipio de Wiwili, Jinotega. Desde joven, Francisca ha cultivado una profunda conexión con la tierra y la vida en el campo, encontrando en esta labor una fuente de satisfacción y realización personal.

Con el deseo de seguir mejorando en el manejo agronómico del cacao, Francisca busca el apoyo y seguimiento de los técnicos de PACSA. Sueña con tecnificar su parcela y mejorar la producción de sus árboles de cacao, con el objetivo de alcanzar niveles aún más altos de calidad y rendimiento.

Aunque su pasión principal es el cultivo del cacao, Francisca tiene una visión más amplia para el futuro de su finca. Está decidida a expandir y diversificar sus cultivos, incluyendo el café y otros granos básicos. Estas decisiones no solo están motivadas por el deseo de generar ingresos, sino también por el objetivo de asegurar el sustento y el bienestar de su familia, garantizando así un futuro próspero y sostenible.