Isaac Rivas López se despierta temprano agradeciendo a Dios por la vida, justo antes de que el sol empiece a asomarse sobre las montañas que rodean su finca “Nueva Esperanza”. A sus 46 años, Isaac ha dedicado gran parte de su vida al cultivo del café en la comunidad de Loma Alta Arriba,en el municipio de Pantasma, Jinotega. Es padre de tres hijos que asisten a la escuela local.

Cada día, después de un desayuno rápido con su familia, Isaac se dirige a su plantillo de café. La finca, aunque modesta, es su orgullo y su sustento. Con 3.5 manzanas de tierra dedicadas al cultivo del café, Isaac produce 100 quintales cada temporada. Aunque no es una gran plantación, se enorgullece de la calidad de su café, resultado de años de aprendizaje y de las capacitaciones que ha recibido de PACSA, donde ha trabajado de la mano desde hace cinco años.

Gracias a las capacitaciones en el manejo del cultivo, Isaac ha implementado nuevas técnicas que ha aprendido para mejorar la calidad y el rendimiento de su café. Talleres sobre conservación de suelos y cuidado del medio ambiente también han dejado una marca en él, haciéndolo más consciente de la importancia de preservar su entorno natural.

A medida que Isaac camina por el cafetal, observa con satisfacción las hojas verdes brillantes de los cafetos, sabiendo que su trabajo está dando frutos. Pero su sueño va más allá. Sueña con tecnificar sus cultivos, aumentar el área de café y alcanzar aún más altos estándares de calidad. Sabe que no será fácil, pero está dispuesto a trabajar duro para hacerlo realidad.

A pesar de las largas horas bajo el sol, la vida en el campo para Isaac es alegre y divertida. Cada día, mientras trabaja, disfruta de la compañía de la fauna y la flora que lo rodea. Desde el canto de los pájaros hasta el olor a tierra húmeda después de la lluvia, Isaac encuentra alegría en los pequeños detalles de su entorno.

Al final del día, cuando el sol comienza a ponerse en el horizonte, Isaac regresa a casa con una sensación de satisfacción. Aunque los desafíos son muchos, sabe que está contribuyendo no solo a su propio bienestar, sino también al de su familia y su comunidad. Con cada taza de café que se sirve en alguna parte del mundo, Isaac ve un pedacito de su esfuerzo y su pasión por la tierra que ama.