En las verdes colinas de la Comunidad Anisales, en Pantasma, Jinotega, vive Juan Hernández quien cada mañana se levanta a trabajar en su finca cafetalera. A sus 49 años, es un hombre arraigado a la tierra, con tres hijos que asisten a la modesta escuela rural del pueblo.

Con tres manzanas de café bajo su cuidado, Juan dirige su finca con una mezcla de pasión y habilidad. Cada manzana de café tiene un rendimiento de 20 quintales de café por año, un logro que lo llena de orgullo y satisfacción.

La vida en el campo para Juan es sinónimo de alegría, pues encuentra verdadero placer en el trabajo de la tierra. Además de cosechar café, ha dedicado esfuerzos significativos a la conservación ambiental. Ha instalado filtros de aguas mieles en su finca y área de pulpero, y se esfuerza por preservar los bosques que rodean su propiedad.

Su compromiso con la conservación del medio ambiente se ve reforzado por su trabajo con PACSA. A través de las capacitaciones ofrecidas, ha adquirido conocimientos sobre el cuidado del agua y la conservación del suelo, integrando estas prácticas en su rutina diaria. Además, es miembro activo de la iglesia local, encuentra apoyo espiritual y comunitario en su fe compartida con otros.

Juan alberga un sueño en su corazón: desea expandir su finca adquiriendo más tierras para aumentar la producción de café. Sueña con mejorar la calidad de vida de su familia y dejar un legado duradero para sus hijos.

Con determinación en sus ojos y el aroma del café impregnando el aire, Juan Hernández se embarca en cada día con la esperanza de que su sueño se haga realidad, sabiendo que su amor por la tierra y su compromiso con la conservación ambiental lo guiarán en el camino hacia el éxito.